miércoles, 17 de noviembre de 2010

El estímulo

Difícil solución tenía el caso Sierra, desde el punto de vista del artista. Aceptar el premio ministerial entraba en contradicción con la propia posición de denuncia del sistema que su obra trata de mantener: ‘No’. Rechazarlo, se convierte en una oportunidad para señalar sus contradicciones (atacar o no al sistema desde dentro, según cuándo y cómo) y resulta fácil calificarlo como jugada promocional. La actitud –ingenua, íntegra, ¿romántica?- podrá despertar simpatías; su pueril carta de rechazo a la ministra, sin embargo, levanta poco entusiasmo: “yo soy un artista serio”. Bueno, pues vale. Si tuviera algo de sentido del humor, habría aceptado el premio y montado con los 30.000 euros una acción de denuncia a su estilo. Se podría titular algo así como El estímulo, y dar pie a la consabida reflexión sobre la fractura social y las estructuras de poder. Una mujer elegante, en el papel de la ministra, atravesaría portando un maletín el barrio de las Tres Mil Viviendas. Filmar, documentar el proceso. Exponerlo al público. Venderlo. 
De nada.

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